juego de niños

El lunes, me conecté al fotolog de 23.
Unos días antes (para acabar con mis recelos hacia las comunidades virtuales cuyo único objetivo es postear para que te posteen y colgar fotos en las que te abrazas borracho a desconocidos) lo habíamos estado viendo en mi casa. Con mi portátil.
Me había enseñado fotos de su vida, su ciudad y sus amigos.

El lunes, decía, me conecté al fotolog de 23.
Y ahí, gigante, rotunda y terrorífica: una foto mía.
Una foto absurda de las que sacas para reirte con amigos.
Una foto copiada sin avisar de la galería de mi facebook.
Al pie, una broma de los dos como título y bajo éste, una colección de comentarios y juegos de palabras adolescentes sobre sexo de casi todos sus amigos.
Comentarios y juegos de palabras que evidenciaban que o habían pasado la última semana bajo mi cama o alguien les había contado con bastante detalle muchas de nuestras conversaciones.

Y yo, que soy una persona con miles de prejuicios, me di cuenta de que no había nada que pudiera explotar mejor los que tengo sobre las relaciones con alguien más joven, que esa imagen en su fotolog.
Que esos comentarios. Que esa situación ridícula de alardeo de instituto.

Y aunque me encanta tener razón, en este caso, que se confirmara lo que pienso, que me confirmara que es un niño que juega a ser mayor me hizo rechinar los dientes.

Porque me estaba divirtiendo con él. Porque me lo creía cuando hablaba con seguridad y me abrazaba con firmeza.
Porque a pesar de que sabía perfectamente que todas mis opiniones preconcebidas podían ser verdad, era como saber que la gente tiene mocos.
No importa, si no tienes que vérselos.
Por eso, encontrar esa foto fue como mirar la mesa de un colegio por debajo.

Y me cabreé. Me decepcionó que me obligara a cambiar mi forma de verle.
Así que tuve una discusión adolescente en la que él no consiguió comprender mi enfado ni yo las razones por las que no lo comprendía.



Ayer, con esta historia, mis amigos se rieron hasta las lágrimas.
Me recordaron el club de los cinco. La noche de 23 vs 32. La otra noche de 23 vs 32.
Me recordaron mis mañanas haciendo chistes sobre la noche anterior. Los motes de todos mis últimos compañeros de cama.

Ayer, elniñode23 le mandaba un mensaje a laniñadecasitreinta hablando de la decepción y las ilusiones. Del daño que hacen los prejuicios y las ideas preconcebidas. Pidiendo tregua.
Ayer, laniñadecasitreinta empezó –otra vez- a morirse de miedo.
A desear que los monstruos que se escondían bajo la cama fueran sólo cuatro niñatos con ganas de echarse unas risas.