14 enero 2008

des(h)echo


Hay cosas que no puedo evitar.
Dejo enfriar el café.
Mastico los caramelos.
Y acabo con un paquete de chicles en menos de una hora.
No soporto el momento en que empiezan a perder sabor y se ponen duros.
Últimamente me sucede eso con las personas. Las disfruto con intensidad desde que me las presentan hasta que las conozco. Muy pocas –no en valores absolutos pero sí relativos al total- consiguen superar eso y quedarse conmigo más tiempo.
Como los chicles de canela de Estados Unidos que raciono a razón de uno por semana para tener siempre que me apetezca.
Hablaba el otro día de esto con MiamigoG, en referencia a lo que está siendo últimamente mi vida sentimental y él, mirándome con condescendencia me dijo:
No sé cómo puedes, chiqui, yo me estoy viendo con dos tíos y ya no puedo más: ayer mismo sin ir más lejos confundí el nombre de sus asistentas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No veo nada negativo en lo que cuentas. Aprendes y/o disfrutas lo que puedes de las personas que conoces y si llegado un momento se ponen duros o insípidos los escupes y listo. Además seguro que a tu alrededor hay más personas nuevas que chicles de canela, así que no hay porqué racionarlas.

Un paquete de chicles en menos de una hora?
Creo que se de lo que hablas.
Suelo comprar un paquete de mentos con sabor a frutas antes de coger el avión y generalmente no llegan ni al control de metales.

Anónimo dijo...

Yo también estoy a favor de dejarse de tonterías y eliminar de nuestras vidas a quienes no aportan nada que merezca la pena.