26 noviembre 2007

hostal, dulce hostal


Para viajar hay que alojarse en hostales.
Nada de hoteles de lujo que te dan ganas de hundirte en el jacuzzi y no salir jamás. Nada de lugares que te van a hacer sentir un indigente cuando vuelvas a tu casa.
Nada de hoteles de tres estrellas. Medianillos y medianeros. Esos sitios que generan expectativa y causan desilusión. Ésos que siempre están más feos, sucios y viejos que en las fotos. Esos que se llenan de parejas en viaje de fin de semana. Chavales que viven con sus padres y se gastan su paga extra llevándose a su Paquideextraradio a conocer mundo. Ésos que incluyen desayuno con tranchetes y pan de molde en un comedor del sótano.
Comedores con luz de fluorescente y flores de tela.
Sitios donde, como en el metro, todo el mundo es feo.
No vayáis, hacedme caso, este fin de semana he ido a Roma y he estado ahí.

3 comentarios:

RdB dijo...

Así que sí. Eso me convierte en fea, gris y suburbial.
Además de en una persona FELIZ de estar de nuevo en casa...

Anónimo dijo...

vaya, no soy la única que piensa que en el metro todo el mundo es feo... me sentía mal al decirlo por lo superficial que parece. hace ya meses que te leo, estoy enganchada.

Anónimo dijo...

Es que en el metro todo el mundo va con su peor cara...
y no me extraña.