dulce navidad

Me gusta la navidad. Y me gustan las tradiciones.
Me gusta inventármelas.
En mi navidad, es tradición comprar la agenda del nuevo año el 31 de diciembre. Como es tradición no encontrarla y repetir reglas mnemotécnicas absurdas para recordar las citas de la primera semana.
Es tradición regalar una agenda dedicada a Elmúsicoquenuncaescuchalasletrasdelascanciones. Algo que hable de otro año juntos aunque separados.
Es tradición querer decorar la casa pero no hacerlo.
Es tradición comprar el mismo 24 todos los regalos que mi padre “ha olvidado” que podía comprar antes.
Es tradición ir a la piscina el primer laborable de enero. Pero no a nadar, a canjear el bono que compramos Elmúsicoquenuncaescuchalasletrasdelascanciones y yo hace 6 años, que jamás usamos, y que renovamos por turnos cada enero.
Es tradición llorar con el “vuelve a casa vuelve”, porque yo también vuelvo aunque no sea ya a mi casa.
Es tradición hacer alguna mudanza.
Es tradición volver con algún compañero a casa el día de la cena de navidad.
Es tradición que los regalos que me hace la gente que me conoce me hagan pensar si de verdad me conocen.
Es tradición que, a pesar de lo que me gusta, a eso del 31 de diciembre esté jurando a todos los que quieran oirme que, el año que viene sí, me voy a cualquier lugar donde no se viva la navidad de forma tradicional.