09 abril 2007

coleccionando (II)



Algunos objetos viajan más que muchas personas.
Éste -un cenicero que no es bonito, que no cuesta dinero, que no fue comprado por nadie especial para nadie especial- ha cruzado dos veces un océano, el Atlántico, ha pasado algunos años en Nueva York, ha recorrido varios estados americanos, ha atravesado fronteras en Europa: de Treviso en Italia, a Madrid en España. Ha sobrevivido durante años a mudanzas, fiestas, cenas, noches en blanco, golpes, caídas accidentales al cubo de la basura, detergentes más o menos abrasivos... hasta que llegó a mi. Que nunca he estado en Nueva York, que no conozco Treviso y que ni siquiera fumo.

Precisamente por eso, es el mejor regalo que podían hacerme.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Si ese cenicero hablase...

RdB dijo...

...no habría forma de callarle!
-smiley-

Anónimo dijo...

Si es verdad que colecciona ud. sobrecitos de azucar NECESITO urgentemente falar con vosé.

(bueno... en fin, tampoco es TAN urgente)

RdB dijo...

básicamente colecciono colecciones.
Sí, eso es lo que hago.

Anónimo dijo...

Es que verás...
hace unos años me dió por guardar en los bolsillos traseros de mi pantalón los sobrecitos de azucar usados, luego (cuando los bolsillos estaban a punto de explotar) me dió por meterlos en una caja y ahora resulta que he descubierto que tengo miles y miles de sobrecitos y no se que hacer con ellos, si abandonarlos o seguir juntándolos, y este caso si clasificarlos o no, y si los clasifico... ¿como? ¿por formas? ¿alfabéticamente? ¿por colores? ¿por ciudades? ¿?

RdB dijo...

Durante un tiempo viví en casa de una vieja francesa que alquilaba habitaciones a estudiantes. Tenía un hijo y su hijo una colección de sobres de azúcar recopilada durante años y que dejó en casa de mamá cuando se marchó para casarse.
La vieja era tan roñosa que nos ponía cada mañana con el café uno de los miles de sobres rancios de azúcar.
Del bar Manolo de Benidorm, al café los amigos de la Almunia de Doña Godina, pasando por el Bar l’Espagne de París, recorrí gracias a la constancia de un cincuentón y a la tacañería de la vieja, toda la geografía mundial en unos meses.
Fue bonito.

Por eso, respecto a tu colección, yo usaría los sobrecitos para endulzarles la vida a las visitas.

Anónimo dijo...

Oh no. No es posible. Los mios son sobres vacios. El azucar correspondiente ya es parte de mí.

RdB dijo...

Coleccionas momentos, entonces.
Curioso...