19 mayo 2008

tacita a tacita


El Domingo, Elchicoquetemiracomomirandosealespejo me llamó para tomar café.
No somos personajes de sitcom americana. No somos jubiladas devoratortitas del Nebraska. Somos los dos únicos heterosexuales de un grupo que se une las noches de los sábados para saciar sus necesidades primarias de sexo, drogas y rockandroll en un bar de veinteañeros modernos y jovencitos yonkis.
Así que ese café sólo podía significar una cosa.
Sí, ésa.

Cambié las sábanas y recogí la casa mientras él cruzaba la ciudad en coche para recogerme con el nerviosismo hiperactivo de las primeras citas.
Me llevó a un bar del centro. Me invitó. Me habló de lachicaconlaquesestabaviendoynosevaavolveraver. Reimos. Mucho. Tomamos varios cafés más. Me acompañó hasta la puerta de casa a las once de la noche y me besó las mejillas preguntándome si me iba a conectar al messenger para seguir hablando.
Ahí me di cuenta de que ese café podía significar más de una cosa.
Exactamente dos:
O este chico no tiene amigos.
O no tiene cafetera.

1 comentario:

caosingaia dijo...

o lachicaconlaquesestabaviendoynosevaavolveraver le caló profundo y sacarla no es tan sencillo como para resolverlo llevándose a otra mujer, por extraordinaria que parezca, a la cama.