02 marzo 2008

algo


Cuando era niña, me aterrorizaba el pasillo que llevaba a los dormitorios en casa de mis padres. Por eso, lo cruzaba corriendo con los ojos cerrados, convencida de que en cualquier momento algo iba a rozarme el cuerpo o la cara.
Un día vi a mi hermano haciendo exactamente lo mismo. Desde ese momento, dejé de correr y empecé a abrir los ojos.

A veces, el miedo de los demás nos hace sentir valientes.

1 comentario:

RdB dijo...

Sí, 23 ha vuelto. Y no me ha hecho falta ninguna explicación. Me ha bastado con verle los ojos.