07 enero 2008

Los amigos de mis amigos no son mis amigos


No soy demasiado gregaria. Eso quiere decir que tengo miles de conocidos, muchos amigos, y algunas personas que considero realmente importantes en mi vida repartidas por todos lados y de procedencias más o menos diversas.

A los últimos, trato de verlos al menos una vez a la semana. A los penúltimos les veo en fiestas, cumpleaños, conciertos, cines, cenas y cosas así. A los anteriores, casi nada.

En estos días de tiempo libre, un concepto bastante desconocido para mi, he inentado verlos a TODOS.

He tratado de hablar y pasar ratos largos con esos amigos que tengo -yo y tú, y él, y nosotros, y vosotros y ellos- esa gente que se dedica a cosas que no tienen nada que ver con tu trabajo, viven en sitios que no tienen nada que ver con tu casa, tienen parejas que jamás se han llevado bien con las tuyas pero que increíblemente y a pesar de todo, quieres mucho.

Esa gente, suele tener un único defecto: sus amigos.

Los millones de kilómetros de ladrillo rojo que te separan de tus amigos, se pueden obviar a fuerza de pensar que guardan fotos tuyas de épocas en las que se llevaban las hombreras. O te teñías el pelo con tinte de supermercado. Pero a sus amigos no te une absolutamente NADA.
He tenido algunos encuentros realmente extraños con amigos de amigos estos días, pero sólo voy contar dos.
Uno y medio, en realidad. Uno simpático y otro alcohólico.

MiamigaV acaba de cumplir 37 años y acaba de salir de un cáncer que no la va a dejar tener hijos en una edad en la que tener hijos sí es importante. Tampoco tiene pareja, en una edad en la que parece que tener pareja también es importante, y en cualquier caso, en un momento en que al parecer, ella la necesita realmente.
MiamigaV se ha estado viendo durante un tiempo con un tipo de 30 años. MiamigaV se ha pillado, él no. Ahora ya no están juntos pero en nuestro superpolite y racional mundo de las relaciones siguen quedando de vez en cuando.
Elchico tocaba el otro día en un bar y MiamigaV me pidió que la acompañara al concierto. Yo, que estos días (para que los reyes me trajeran carbón en lugar de otro sintonizador de tdt para mi NOTELE) he sido un poco mala, estaba muy muy cansada como para conciertos de exrollos de amigas, pero pensé que MiamigaV necesitaba ir y que yo la acompañara.

Quedamos en la puerta.

Cuando mi cansancio/resaca/tercerresfriadoogripedelinvierno/malhumor llegamos al lugar, nos encontramos que la dulce V, lejos de estar sola y desamparada esperando mi llegada para entrar al concierto, estaba esperándome con todas (TOOODAS) sus compañeras de taichi.

Una veintena de mujeres entre 30 y 60 años que lo único que tienen en común (además de un fondo de escritorio con lagos de suiza y frases de Bucay) es que ninguna tiene nada que hacer entre las 20 y las 22 horas de los miércoles.

Y yo, que nunca jamás de los jamases de mi vida me he planteado ni acercarme a una despedida de soltera, me vi metida entre la alegre pandilla a la que para serlo, sólo le faltaba que todas lleváramos pollas en la cabeza.

Ésta, por si quedan dudas, es la historia simpática.

La media historia alcohólica es sobre la noche de ayer, en la que quedé con mi amigo Unseñordemurcia, nuestros amigos comunes y los amigos de nuestros amigos.
Nuestros amigos curran en fábricas, son economistas, editores de cómics y fanzines, periodistas y protésicos dentales.
Pero por encima de todo, son muy muy de barrio.

Cuando llegaron, yo tomaba unos vinos con MiamigaT y MiamigaA.
T y A no conocían a los demás, ni los demás a ellas.
T y A son además de realmente inteligentes, realmente guapas.
Y los amigos de Unseñordemurcia, mis amigos y los amigos de mis amigos estaban realmente borrachos.

A pesar de que yo me reí bastante, esta mañana he recibido un mail y varios mensajes de disculpa de ellos. Afortunadamente, MiamigaT, que además de realmente inteligente y realmente guapa es realmente francesa, estaba anoche realmente borracha como para recordar los comportamientos y actitudes que la podrían haber llevado a disertar sobre el hombre español durante semanas.

Así que sólo ha dicho: “Joderrr –con muchas erres- creo que me metieron algo en la copa.”

Sí, T, te metieron alcohol.


Ésta es básicamente la razón por la que jamás celebro mi cumpleaños.

7 comentarios:

brujito dijo...

Yo tampoco celebro el mío, y precisamente ha sido cuando has escrito este post... No serás una cabrita también !

D. dijo...

me encantan los nombres q les pones a las personas, ¿q hay q hacer para ganarse uno?

Saludos Valencianos.

RdB dijo...

Piscis, piscis, piscis... aunque nunca he entendido muy bien eso de los horóscopos.

Me encanta renombrar las cosas. lo hago todo el rato, creo que básicamente -al menos en la calle- porque tengo memoria cero para casi todo lo que no sea especialmente descriptivo.
Y ya aquí, los nombres se merecen -y se ganan- porque nadie tiene la culpa de que yo sea una exhibicionista...
no?

RdB dijo...

Por cierto, felicidad, brujito...!

:P

siemprepierdo dijo...

Eso felicidades, aunque no lo celebres te puedes invitar a algo ehh¡¡¡¡

saludotes

D. dijo...

Ok. Acepto el reto, me lo ganare. (aunk no se aun como).

RdB dijo...

que miedo, d, ha sonado CASI como una amenaza...;)