Me recogió en mi casa. Me llevó a la suya. Me preparó la cena y vimos juntos la película que yo elegí. Dormimos en la misma cama. Cogió el coche para ir a buscar mi periódico y me preparó un desayuno al sol. Zumo de naranja, café y tostadas. Cocinó pasta para comer y cuando se acercaba la hora en la que yo había quedado con amigos, me acompañó de vuelta a casa.
Todo bien. Elchicoquecreequetengoojosdedibujomanga lo hizo todo perfecto.
En el entorno imperfecto.
En una casa con guante de crin en la ducha y centros de flores secas.
Cuando ya han dejado de importarme las parejas de mis parejas. Cuando ya no me sorprende compartir sus espacios ni sus intimidades, tengo que enfrentarme al siguiente nivel: tengo que enfrentarme a alguien que vive con su madre.
Por eso, mientras él buscaba entradas para todos los conciertos de los próximos meses en el ordenador de su cuarto y yo leía el periódico en la cama, no podía contener la risa pensando que esos madleman de la estantería llevaban ahí, con toda seguridad, más de treinta años.
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