29 mayo 2008

el coste de la vida


Nunca miro los precios cuando hago la compra.
Me refiero a la clase de cosas que sabes que te vas a llevar de todas formas.
Sé cuál es la marca de yogur, leche de soja o champú que me gusta. Sé perfectamente qué me llevo a elegirlos por primera, segunda, tercera vez y enésima vez, pero no podría decir ni siquiera aproximadamente cuánto cuestan.

Con las relaciones, me sucede lo mismo. Cuando estoy dentro, escuchando el canal romántico del hilo musical, con una temperatura agradable, tomando las frases y gestos del otro para llenar los estantes desiertos de mi nevera, nunca se me ocurre pensar que en algún momento me tocará pasar por caja.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi padre siempre me decía que no entendía la gente que tenía la cartera llena y la nevera vacía. Desde entonces no me fío de los vegetarianos, de los que hacen bolas con los calcetines en el armario y de las neveras vacías. Siempre esconden algo raro.

D. dijo...

Lo malo es q todo caduca.

D. dijo...

Lo bueno es que todo caduca.

RdB dijo...

Menos ser vegetariana, cumplo con las demás manías.
Incluso la de comer comida caducada....