05 septiembre 2007

Nada es lo que parece.


No conoces a alguien por la música que dice que escucha sino por la lista de reproducciones recientes de su itunes. No conoces a alguien hasta que no le ves hacer y deshacer una maleta. Hasta que no ves su cepillo de dientes y su neceser de viaje –¿Qué diez cosas te llevarías a una isla desierta, a una ciudad superpoblada, a un desierto donde rodaron star wars?- No conoces a alguien hasta que no eres capaz de reconocer el olor de su desodorante además del de su colonia. No conoces a alguien por despertar a su lado después de haber follado, conoces a alguien cuando despiertas a su lado sin haberlo hecho. No conoces a alguien hasta que no le ves desayunar en un bar de carretera. No conoces a alguien hasta que, además de algunas noches de cine, no compartes el mando a distancia de la tele.
Y si en ese momento, si en ese preciso momento sigues recordando las cenas de sushi, los desayunos postcoito, los atardeceres en terrazas o el olor de su colonia es que eres absolutamente gilipollas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Coño, una opinión biográfica y subjetiva, esto sí que es nuevo.

RdB dijo...

Cierto.