
Algunos días –el jueves, el viernes- me siento como esas dueñas de los burdeles en las películas del oeste. Ésas que siempre se acuestan con el vaquero protagonista y ocupan el papel de confidente en sus vidas. Ésas que escuchan las confesiones de amor o desamor para terceras y sonríen desde el porche en el plano final de la película, el del beso entre la chica y el chico.
Y no es que quiera ser una joven rubia y tonta hija de colonos, pero creo que después de casi un año acostándome con novios, maridos y amantes de otras, este papel está empezando a encasillarme.
4 comentarios:
Mira, pues yo me siento como el secundario simpático que sabes que va a caer a mitad de peli y que, efectivamente, cae malherido poco metraje más allá de que estalle el conflicto y el prota no tiene más remedio que, con todo dolor de su corazón y tal, dejarlo tirado a su suerte -¿su suerte?, no es lo mismo a que te toque la BonoLoto, pero en fin- para seguir su camino por las llanuras de Wisconsin y acabar antes de los títulos de crédito hecho un héroe... Lo único, que en mis pelis los protas son chicas que tienen que seguir su camino allende los mares y los Pirineos y acabar, suponen ellas, hechas unas señoras de provecho. Me cago en John Ford.
Supongo que podría ser peor.
Podrías ser la mujer del Cura.
mmmmmm...
¿la gente se marcha buscando algo o escapando de lo que tiene?
San Juan 14 versículo 4
La gente se marcha porque ha firmado un contrato consigo misma que no es capaz de romper... Menos los puentes y las Semanas Santas, que se marcha porque todo el mundo lo hace.
Judas, de sus memorias "30 monedas de plata dan para pillar un buen cuelgue"
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