12 febrero 2007

kilómetrocero



Me dan miedo las distancias.
Me dan miedo las proximidades.
Me da miedo la gente que salta cercas, cruza barreras, rompe muros.
Me da miedo la gente que como yo, no puede vivir sin los unos, ni los otros.

Mimadre está a unos 10985 kilómetros de mi. La distancia entre Madrid y Sidney. Aunque viva en una isla del Mediterráneo.
De Mipadre me separa un viaje de 50 minutos en avión con tres horas de retraso, pérdida de equipaje y huelga de taxis incluida.
Entre la espalda de Elchicoquecuandohablausaonomatopeyas y la mía, hay dos sillas de oficina, 20 metros, dos armarios, dos personas y un correo electrónico lleno de mensajes en rojo.
Elmúsicoquenuncaescuchalasletrasdelascanciones compra en el supermercado de siempre y recorre de vez en cuando los 20 números que nos separan con un tupper en el que guarda una ración de nuestro plato favorito.
Elargentinoquefingequenoloes sale a la calle en remera, se levanta cuando yo como, come cuando yo ceno, pasea en bicicleta cuando yo duermo, y a pesar de todo, alarga de vez en cuando el brazo para acariciarme el pelo.
Y Eldesconocidodeltrendelviernesporlamañana, con su ataque de risa que contagió el mío, estuvo durante unos segundos y a pesar de sentarse al otro lado del vagón, tan cerca que pude sentir en mi sien el roce de su barba mal afeitada.

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