
Hoy –otra vez más- he tenido que hacer la compra en el supermercado del corteinglés, el único sitio que –además de los chinos- sigue abierto a partir de las 21:30h y un lugar que se ha convertido en una estadística clara de mis hábitos: a mayor número de visitas mensuales, menor calidad de vida.
Junto a mi, en la la caja, una pareja chico-chica rondando los treinta y haciendo su compra de actimeles con look retrocool trasnochado. Colgando del hombro de cada uno, un patinete.
Los he imaginado esquivando al tráfico juntitos los dos y cargados con la compra de la semana, intentando compaginar funcionalidad y estética. Apariencia y realidad.
No he podido evitar reirme ni tampoco preguntarme qué clase de casualidad cósmica puede hacer que dos personas así se acaben encontrando, o qué clase de fusión insana puede hacer que uno acabe convirtiendo al otro en una réplica de sí mismo.
No he podido evitar reirme ni tampoco preguntarme qué clase de casualidad cósmica puede hacer que dos personas así se acaben encontrando, o qué clase de fusión insana puede hacer que uno acabe convirtiendo al otro en una réplica de sí mismo.
Y me he marchado a mi casa -vacía- con mi comida precocinada. Sola y feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario