12 agosto 2007

resonancia simpática


Una vez oí hablar de la Ley de la resonancia simpática, según la que, si colocamos dos pianos en una habitación amplia, y tocamos cualquier tecla en uno de ellos. Al otro lado de la habitación, en el otro piano, vibrará exáctamente la misma cuerda que en el primero.
El martes, yo, como Elchicoquevaadestrozarmeelcorazón, tenía los dientes y los puños apretados. Pero después de pasar la noche juntos, riendo, bebiendo y hablando. Jugando al sobreentendido y al malentendido. Mirándonos detrás de los ojos, cuando llegué a casa después de que me acompañara, noté que volvía a vibrar algo ahí dentro.

07 agosto 2007

ego & I


Mis padres se casaron cuando no habían cumplido 25 años.
Un año después tuvieron su primer hijo. Después de otros tres, el segundo.
A la edad que yo tengo ahora, sus niños iban a la escuela y se hacían heridas con la bici en las rodillas.
Y yo, que puedo pasar semanas sin llenar la nevera. Sin dormir en casa. Que no recuerdo la última vez que cociné. Que puedo salir fuera de mi país al menos tres o cuatro veces al año. Que no tengo niperronigatonipeces. Que vivo con el dinero que mi padre ganaba para mantener a una familia, soy feliz con mi vida de monodosis y tamaño de viaje.
Soy feliz con mis bandejas de comida para calentar en el microondas. Mi periódico de los domingos al sol. Mi armario del baño repleto de cosas que no voy a usar jamás. Mis dos balcones. Mis tardes de compras los viernes. Mis cañas de todos los días. Mis libros y mis discos. Mi cama para dormir en diagonal. La ropa interior que desborda los cajones. Soy feliz con mi agenda llena de gente que entiende la felicidad como yo la entiendo.
Pero a veces, cuando alguien se acerca lo suficiente a mi vida como para hacerme pensar como cambiaría si nunca volviera a alejarse, cuando alguien, como Elchicoquevaadestrozarmeelcorazón se acerca hasta dejarme ver lo feliz que podría dejar de ser intentando serlo, me veo apretando los dientes y cerrando los ojos. Calculando mentalmente si la resta después de sumar puede acabar dando en algún caso un resultado positivo.
Y es ahí, con las uñas clavadas en las palmas de las manos, cuando pienso si al final toda la felicidad de hoy, todo el hedonismo, no me va a convertir en alguien tremendamente infeliz mañana.

04 agosto 2007

la química y las quimeras


El otro día, mi barrio amaneció lleno de carteles.
De ésos en los que la gente busca un perro o un gato que se ha perdido y que siempre siempre está enfermo y necesita medicación.
Sólo que esta vez, buscaban a una chica.
“¿Te acuerdas? cambiaste una canción de Arcade Fire a hombros por una copa”. Una foto del summercase. Y una dirección: nopesabasnada@yahoo.es

Yo estuve en ese concierto, con el hombro de Elchicoquevaadestrozarmeelcorazón rozando el mío.
Entre él y yo, una loma. Física y emocional.
Entre Lachicadelafoto y Elchicodelcartel, pura química. Del tipo que sea.

Algunos días después del concierto de Arcade Fire, Elchicoquevaadestrozarmeelcorazón me dijo que sentía que no había (que no hubiera) química entre nosotros.
Yo asentí. Y dije algunas mentiras más que pensé que podrían dolerle. Que podrían aliviarme.
Por eso, cuando vi esa foto en blanco y negro, ese texto, ese email, quise escribir preguntando si después de los primeros momentos de violines y fuegos artificiales no se queda un pitido insoportable en el oido.
Si después de esos primeros momentos ya no se discute nunca sobre quién baja la basura.
Pero no lo hice.
Me aterroriza que me contesten que no.
Y que me contesten que sí.

02 agosto 2007

cuando los demás piensan por ti


El otro día, mi amiga M, laactrizdebollywood, la quecompraropadeshowrooomquelesaleextremadamentecara, me contó que su pareja actual, elmuyaidín, después de cuatro meses bailando con ella, había apagado sin avisar el equipo de música y la había dejado sola en medio del salón moviendo descoordinadamente los brazos y las piernas. Como en los 80. Como si se ahogara.
Yo, lo sentí mucho por ella.
Pero aún más por mi.